La primera canción de la noche se puso en marcha mientras cerrabas la puerta por dentro (“...Madrid work it out, Detroit work it out...”). Lujosos muebles, cuadros extravagantes, piel de cebra, pantera, elefante y demás animales en peligro de extinción adornaban los suelos, paredes, asientos y el resto del mobiliario. En ella parecía que viviera una de dos, o un nuevo rico, o un rapero estadounidense; y Boss no tenia mucha idea de rimar.
Boss era un tipejo demacrado por el paso de los años y la coca. Una caducada expresión que antes pudo ser amable ahora derretida, acompasaba a un cuerpo alto pero débil. Siempre había sido un pequeño empresario que llevaba su local semidecente en mitad de Madrid, pero con la toma de Chueca de los gays desde los ‘90, Fergie se había visto remodelado, al igual que su dueño.
Cuando entraste la habitación se encontraba iluminada con dos lámparas en su escritorio y algunas repartidas por el resto de la habitación. Producían una luz amarillo filtro, que daba un aspecto lúgubre en comparación a las modernas instalaciones del resto del local que estaba de vista al público.
El viejo se encontraba sentado en su sillón de piel de mamba negra trabajando duramente. Tarjeta de crédito en mano trazo laboriosamente dos líneas con su polvo mas mágico de la noche mientras te ignoraba.
La habitación había sido construida insonorizada por completo provocando un pitido insonoro en tus tímpanos (solo roto por el chocar del plástico con el metal de la bandeja donde reposaba las rallas) incitando a la reflexión con la que castigan los padres a un niño que ha suspendido.
Tu mientras tanto recordabas las cosas que hacer de compra, ya que tenias una nueva inquilina a la que alimentar.
-Dani, te estas pasando - ensimismado en tu lista de ultramarinos despertaste con un pequeño bote sorprendido- Llegas tarde a las preparatorias y reuniones, repartes flyers a viejos, te preocupas por conseguir a los mas tarados de la puta ciudad para pasarlos en lista y la ultima fiesta solo aumento un 35% el aforo en la pista. Dame una razón mas y tendrás una carta de despido en esta misma mesa al instante. No te creas que por tus fiestecitas y contactos te vas a salva toda la vida niñato –mentira, el único motivo por el que la competencia no le había comido erais el Dj y tú.
-Tranquilo jefe, no habrá motivo para firmar mas autógrafos de los necesarios – Mientras, el se metía la primera ralla. Su cara se relajaba por momentos, te paso la bandeja y como de costumbre lo miraste, lo pensaste y lo rechazaste. No estabas con gilipolleces como la droga teniendo en cuenta que tu salario no es que fuera muy digno para tu esclavitud-Con tu permiso...- Te levantaste y le dejaste ya bajándose la bragueta.
Acto seguido de abrir la puerta, el gorila entro en el cuarto quitándose ya la camiseta.
Saliste, retocaste la fiesta, saludaste a los actores, les llevaste a la zona VIP y comentaste la idea general del plan de la noche. Dejaste todo listo y fuiste a toda prisa a cambiarte.
La calle ya se empezaba a llenar mas y mas. Pronto la gente dejaría los pubs para llenar las colas de las discotecas.
En el camino hasta su moto te encontraste con otros relaciones, alrededor de diez personas pidiéndote flyers, y tras veinte minutos, el exterior.
Heterolandia seguía tal y como la dejaste a medio día, bajaste la calle eternamente llena de Gran Vía con sus prejuicios y sus sirenas de ambulancias o de policías, en realidad para ser sincero nunca las distinguiste muy bien.
La moto seguía donde la habías dejado, con dos vasos de plástico semillenos de lo que probablemente fuera Malibu con piña.
-Maricas pijos...-Balbuceaste mientras tirabas los vasos. Dos marcas circulares se apreciaban levemente en los asientos de cuero. Los quitaste como pudiste y subiste a la moto. Te pusiste el casco, los guantes y arrancaste lo mas macarra posible que pudiste, ese motor conseguía ponerte cachondo.
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