viernes, 14 de septiembre de 2007

Capitulo 2


La primera canción de la noche se puso en marcha mientras cerrabas la puerta por dentro (“...Madrid work it out, Detroit work it out...”). Lujosos muebles, cuadros extravagantes, piel de cebra, pantera, elefante y demás animales en peligro de extinción adornaban los suelos, paredes, asientos y el resto del mobiliario. En ella parecía que viviera una de dos, o un nuevo rico, o un rapero estadounidense; y Boss no tenia mucha idea de rimar.

Boss era un tipejo demacrado por el paso de los años y la coca. Una caducada expresión que antes pudo ser amable ahora derretida, acompasaba a un cuerpo alto pero débil. Siempre había sido un pequeño empresario que llevaba su local semidecente en mitad de Madrid, pero con la toma de Chueca de los gays desde los ‘90, Fergie se había visto remodelado, al igual que su dueño.

Cuando entraste la habitación se encontraba iluminada con dos lámparas en su escritorio y algunas repartidas por el resto de la habitación. Producían una luz amarillo filtro, que daba un aspecto lúgubre en comparación a las modernas instalaciones del resto del local que estaba de vista al público.

El viejo se encontraba sentado en su sillón de piel de mamba negra trabajando duramente. Tarjeta de crédito en mano trazo laboriosamente dos líneas con su polvo mas mágico de la noche mientras te ignoraba.

La habitación había sido construida insonorizada por completo provocando un pitido insonoro en tus tímpanos (solo roto por el chocar del plástico con el metal de la bandeja donde reposaba las rallas) incitando a la reflexión con la que castigan los padres a un niño que ha suspendido.

Tu mientras tanto recordabas las cosas que hacer de compra, ya que tenias una nueva inquilina a la que alimentar.

-Dani, te estas pasando - ensimismado en tu lista de ultramarinos despertaste con un pequeño bote sorprendido- Llegas tarde a las preparatorias y reuniones, repartes flyers a viejos, te preocupas por conseguir a los mas tarados de la puta ciudad para pasarlos en lista y la ultima fiesta solo aumento un 35% el aforo en la pista. Dame una razón mas y tendrás una carta de despido en esta misma mesa al instante. No te creas que por tus fiestecitas y contactos te vas a salva toda la vida niñato –mentira, el único motivo por el que la competencia no le había comido erais el Dj y tú.

-Tranquilo jefe, no habrá motivo para firmar mas autógrafos de los necesarios – Mientras, el se metía la primera ralla. Su cara se relajaba por momentos, te paso la bandeja y como de costumbre lo miraste, lo pensaste y lo rechazaste. No estabas con gilipolleces como la droga teniendo en cuenta que tu salario no es que fuera muy digno para tu esclavitud-Con tu permiso...- Te levantaste y le dejaste ya bajándose la bragueta.

Acto seguido de abrir la puerta, el gorila entro en el cuarto quitándose ya la camiseta.

Saliste, retocaste la fiesta, saludaste a los actores, les llevaste a la zona VIP y comentaste la idea general del plan de la noche. Dejaste todo listo y fuiste a toda prisa a cambiarte.

La calle ya se empezaba a llenar mas y mas. Pronto la gente dejaría los pubs para llenar las colas de las discotecas.

En el camino hasta su moto te encontraste con otros relaciones, alrededor de diez personas pidiéndote flyers, y tras veinte minutos, el exterior.

Heterolandia seguía tal y como la dejaste a medio día, bajaste la calle eternamente llena de Gran Vía con sus prejuicios y sus sirenas de ambulancias o de policías, en realidad para ser sincero nunca las distinguiste muy bien.

La moto seguía donde la habías dejado, con dos vasos de plástico semillenos de lo que probablemente fuera Malibu con piña.

-Maricas pijos...-Balbuceaste mientras tirabas los vasos. Dos marcas circulares se apreciaban levemente en los asientos de cuero. Los quitaste como pudiste y subiste a la moto. Te pusiste el casco, los guantes y arrancaste lo mas macarra posible que pudiste, ese motor conseguía ponerte cachondo.

...oOo...

En Barajas todo seguía con normalidad. Las terminales abarrotadas de gente que esperaba impaciente ver salir a sus amigos familiares y colegas, las maletas salían y entraban, la gente facturaba, el bullicio del ir y venir y el despiste general era inminente. Los vuelos de bajo coste habían conseguido que incluso a las 5 de la madrugada estuviera todo tan sumamente lleno.

Corla salió una hora después de lo esperado. El jet lag un terrible dolor de cabeza y una pequeña mochila en mano eran lo único que portaba.

Alzo la mirada y te diviso entre los familiares de un tipo gordo con rastas que vestía con la ropa mas ajustada que había encontrado en la tienda de tallas grandes.

Te zafaste de los cuerpos sudorosos y acudiste semihipnotizado a lo que habías dejado seis años atrás. La imagen de tu gran amiga estaba un poco cambiada, tu dejaste a la chica bien con su coleta y sus suéteres de rombos y ahora su pelo estaba bien suelto, pendientes de cuernos de madera y la ropa tapaba bastante menos que los rombos.

A pesar del cansancio la notabas radiante.

-Menudo cambio tía –le gritaste por encima dl bullicio que estaban montando unos bachilleres que volvían de su viaje de fin de curso y se abrazo a tu cuello con una sonrisa ahora radiante.

-Odio a estos incompetentes de Iberia, me han perdido las dos maletas.

-Bueno...-Le reconociste- para ser sincero no había tenido en cuenta el detalle de las maletas y había traído la moto –sonreíste avergonzado rascándote detrás de la cabeza.

-Jajaja eres increíble.

Mientras salíais del aeropuerto le explicaste tu trabajo y el horario que tenias. Ella estaría cansada a si que la llevaste a tu casa, le dejaste en la habitación de invitados durmiendo, o al menos intentándolo.

Y tu volviste a tu discoteca a organiza a tanto gay.

lunes, 27 de agosto de 2007

Capitulo 1:


La noche en que comienza tú historia se intuía repetitiva. Las luces de la Gran Vía daban a entender un ambiente festivo, la gente reía, los jóvenes intentaban entrar a los bares y discotecas con las identificaciones falsificadas, las mayoría de las chicas contribuían al sistema gastando medio bote de maquillaje y los chicos aportabais vuestra donación con la gomina y vuestros siempre recientes cortes de pelo.

En la Plaza Vázquez de Mella la música salía de cada local entre el humo, los gritos y el alcohol. En cada esquina las putas y los yonquis de antaño habían sido sustituidos por los relaciones publicas que llenaban las manos de los visitantes de flyers con las mejores ofertas de la noche.

En la puerta del pub Pasadera en la salida sur de la plaza trabajabas tú, Dani, cargado con tu mochila de flores y 25 años, la voz de la experiencia ya en estos ambientes, hasta que empezara la parte contundente de la noche repartías las invitaciones circulares que tenían impresa la bandera multicolor rodeando a dos chicos besándose tan pegados que sus músculos, trabajados con UVA, esteroides y de paso algo de gimnasio casi no se distinguían el uno del otro. Esta vez en la parte de detrás promocionabais la fiesta de la nueva temporada de Cute Queer, de la cual acudirían dos de los actores del reparto.

Sin embargo por tu cabeza no pasaban las imágenes de los actores famosos ligeros de ropa en una de las tantas escenas de la serie. Desde que habías decidido presentar tu currículo para el trabajo de coordinador de eventos de la sala Fergie, siempre había una serie que promocionar gogós dispuestos a muchas cosas por ascender en la empresa de la noche, la misma música de la temporada intercalada con las incansables clásicas, las fiestas tematizadas –“la fiesta del la foto”, “la fiesta de la espuma”, “de la fresa”, “de los semáforos”, “luces fuera”- y en realidad todo era igual el mismo entusiasmo, la misma sensación de libertad, el mismo grado de alcohol en el cuerpo, el mismo porro de turno rulando por la zona VIP, la misma historia en el baño...

Por supuesto tu desde fuera no lo habías visto igual, cuando con 16 años comenzaste a salir por el ambiente con un rustico carné falso todo parecía perfecto, no había miradas acusadoras mas si te pasabas de diva, donde poder tocar, bailar, mirar cuando te apeteciese hasta que el zapato de cristal se quedara atascado en la alcantarilla de la salida este de la plaza a la mejor hora pero siempre la hora de irse. Sin embargo pasados los años, al entrar a trabajar como coordinador la segunda parte de la historia se había tornado a una película de clase B, en la que el guionista inspirado intentaba darle algo de moraleja algo como “no mezcles en trabajo con el placer”.Una simple y estúpida norma no escrita que no habías sabido cumplir, y ahora pagabas con noches bajo la lluvia intentado hacer pagar a la gente por unas horas de cielo, despierto cuando querrías dormir, sonriendo a quien querrías escupir, escuchando una música que había perdido el sentido hace tiempo. Sin embargo tu mayor error fue contar con el poco dinero que ganabas para pagar la luz y el gas.

El tiempo, el culto al cuerpo, el gimnasio y los días del orgullo gay llenos de cuerpos de estética griega habían moldeado tu cuerpo sin una parte en realidad que pode desechar.

Y es cierto, despertar pasiones fue divertido por un tiempo , un año o dos, pero ahora con tu edad el cuerpo había pasado a un plano secundario. ¿seria cierto el que somos mucho mas capaces de ver las cosas malas antes que las buenas?

En realidad por lo que parece hacia tiempo que nada te llamaba, pero aquella noche si tenias algo que revolvía tu conciencia. Coral llegaba de su exilio de cuatro años que le habían permitido engordar su expediente un idioma y una carera nuevas. Esta era la ultima prenda que te quedaba en el armario. En España todo el mundo tenia claro que lo que menos te apetecía era acabar la noche con una mujer, así de simple, lo dejaste claros, sin reparos por nadie, ¿para que? Hasta el momento la gente se había limitado a sonreírte mientras a las espaldas comentaban lo perdido que estabas, que les aprovechara, los que te importaban o tenían claro lo bien que se lo pasan dos hombres en la cama o les daba completamente igual. Y a Coral... A 8000 Km. de distancia ese dato le importaba menos que nada.

Si bien manteníais una relación por correo electrónico no dedicabais el tiempo a las cosas cotidianas, os gustaba mas comentar lo profundo de lo irrelevante, es decir todo lo contrario a tú vida cotidiana. Mientras repartías pases a tres cuarentones con velos de novia coronados con una polla en cada cabeza una voz te sobresaltó por detrás demasiado cerca de la oreja:

-A ese tipo de gente ni de coña subnormal- susurro Fran lo suficientemente fuerte como para que esos hombres captaran la esencia y perdieras una gran cantidad de clientela- luego me paso la noche tirando pa’ tras a descerebrados borrachos.

-Podríais montar un club- le piensas en toda la cara.

El conecta la relación “tu cara irónica/ descerebrado/ el mismo” y te sentencia:

-Ve a hablar con el jefe, te’stas pasando subnormal.

Fran era uno de los puertas de la Fergie aunque de todos era bien conocido de donde provenía el dinero recaudado, y las horas extra que trabajaba para el jefe, eso al parecer le daba un poder no establecido para gritar, insultar, e incluso citar al jefe del cual había aprendido “todo” lo que sabia.

Boss, así se hacia llamar el jefe (no muy original pero tampoco le pidamos mucho), había nacido amargado, desayunaba limones, comía limones y para cenar tomaba un poco de vinagre justo antes de empezar la ronda nocturna.

Recorriste toda la plaza, cruzaste la calle en la que estaba los garitos que mas levantaban el pie con la edad, recuerdas con estúpida nostalgia cuando todo era mas fácil y la bandera tenia siete vivos colores durante toda la noche, escoltado por el orangután llegaste a la puerta de trabajadores de Fergie, no tan lujosa y glamurosa como la principal pero era lo que tocaba, cruzaste la pista desierta, saludaste al DJ invitado de paso y subiste las escaleras, en el tercer piso saludaste al nuevo relaciones, estaba bueno pero no duraría mucho, le gustaba demasiado bailar, entraste por la puerta corredera a la zona de personal y te dirigiste al fondo del pasillo. De frente a la única puerta lujosa, es mas , la única decente en el piso del personal, te paraste respiraste y entraste. Como siempre sin llamar.